A la historia

A la historia

domingo, 31 de mayo de 2015

Las ruinas de Palmira

Palmira (en árabe تدمر Tadmor1 o Tadmir) fue una antigua ciudad situada en el desierto de Siria, en la actual provincia de Homs a 3 km de la moderna ciudad de Tedmor2 o Tadmir, (versión árabe de la misma palabra aramea "palmira", que significa "ciudad de los árboles de dátil"). 

En la actualidad sólo persisten sus amplias ruinas que son foco de una abundante actividad turística internacional. La antigua Palmira fue la capital del Imperio de Palmira bajo el efímero reinado de la reina Zenobia, entre los años 268 - 272.

Palmira fue elegida como Patrimonio de la Humanidad en 1980. El 20 de junio de 2013, la Unesco incluyó a todos los sitios sirios en la lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro para alertar sobre los riesgos a los que están expuestos debido a la Guerra Civil Siria.
Palmyra ruiny.jpg 
Ruinas monumentales.

En la vecindad del oasis de Afqa se produjeron los primeros asentamientos de los que se conoce su existencia de los archivos de Mari. En la Biblia se menciona con los nombres de Tadmor y Tamar (aunque hay cierta confusión con otra ciudad cerca del Mar Muerto). Durante el predominio de los seléucidas en Siria, Palmira consiguió su independencia.

En el 41 a. C. los habitantes de Palmira huyeron de las tropas de Marco Antonio al otro lado del Éufrates. En el siglo I a.c. Siria se había convertido en provincia romana y la ciudad prosperó enormemente con el comercio de caravanas al estar situada en la ruta de la seda. «Independiente entre dos Imperios», la define Plinio el Viejo.

Teatro de Palmira.
Tras una visita, el emperador Adriano otorgó a Palmira los derechos de ciudad libre y cambió el nombre a Palmyra Hadriana.

Tras la captura en el año 260 del emperador romano Valeriano en la guerra contra los sasánidas, Palmira defendió las fronteras bajo el mando del gobernador Septimio Odenato. Tras su asesinato en 267, su viuda Zenobia en nombre de su hijo Vabalato, estableció en Palmira la capital de un reino que extendió por Siria y el Líbano. Mantuvo su independencia durante cuatro años frente al acoso de Roma, consiguiendo extender su área de influencia hasta Egipto. En 272 fue derrotada y llevada cautiva por el emperador romano Aureliano quien la hizo tirar de un carro encadenada con cadenas de oro durante su marcha triunfal. Luego fue perdonada y se pudo retirar a una villa en Tibur. Tras una segunda revuelta de sus habitantes, Palmira fue arrasada en el 273.

Diocleciano reconstruyó luego Palmira aunque la nueva ciudad era más pequeña y estableció un campamento en sus cercanías como defensa contra los sasánidas. En el año 634 fue tomada por los musulmanes y en el 1089 fue completamente destruida por un terremoto.

Tras el dominio turco, pasó junto el resto de Siria bajo dominio francés como parte del Mandato impuesto por la Sociedad de Naciones. El 2 de julio de 1941 las tropas francesas, fieles a Vichy capitularon ante las tropas británicas que habían invadido desde Irak tras lo cual alcanzó con el resto de territorio la independencia.

 Templo de Bel en Palmira.

La principal atracción de Palmira son sus muy bien conservadas ruinas, entre las que se destaca el templo de Bel. Edificado en el año 32 d.c., fue consagrado al culto de Bel, el dios supremo feniciocananeo, cuyo nombre significa amo. Era el dios supremo para los habitantes de la ciudad, el dios de los dioses. Este templo fue convertido en iglesia en el siglo IV.

A pocos metros del templo comienza una gran columnata de 1200 m que era el eje principal de la ciudad, que llegó a tener cerca de 200.000 habitantes (número enorme para una ciudad de aquella época). Entre las columnas, por la amplia calle, transitaban los carros y cabalgaduras, y por debajo de los largos pórticos columnados laterales caminaban los peatones. A los lados de la extensa columnata hay una serie de ruinas en mayor o menor grado de conservación: el templo de Nebo, antigua deidad babilónica; el templo funerario; el campamento de Diocleciano, que antes había sido el palacio de la reina Zenobia; el teatro y, entre otros, el ágora o gran plaza pública donde se realizaban operaciones comerciales y se discutía. Un poco alejado de la columnata hay un hermoso templo cuya función no se conoce con exactitud, pero el edificio se conserva muy bien.

Saliendo de la ciudad, adentrándose un kilómetro en las montañas, hay un sitio de paisaje inquietante y desolador, con construcciones como torres cuadradas y macizas. Es el valle de las tumbas que alberga la necrópolis de la ciudad. Hay tres tipos de tumbas y fueron construidas en los tres primeros siglos de esta era. Algunas de estas construcciones podían llegar a albergar hasta 500 cuerpos.

Esta ciudad fue objeto de devoción por parte de la excéntrica exploradora británica Lady Hester Stanhope, que en 1813 se instaló en ella, viviendo allí varios años hasta que se trasladó a unas ruinas todavía más alejadas, las del monasterio de Djoun.

En las inmediaciones de Palmira se localizó, a principios del siglo XXI, una pequeña colonia de un ave que se creía extinta en la zona, el Ibis eremita. La comunidad científica internacional está intentando salvar esta población que representa la única en libertad del área oriental de esta especie; la otra única colonia, esta de más de 100 parejas, se encuentra en el Parque Nacional de Souss-Massa, en Marruecos.


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 El libro del Conde de Volney

El Conde de Volney, Constantin Francois Chassebeuf, escribió su obra en el siglo XIX, con gran influencia en su época, ya que realiza un ejercicio de reflexión sobre la moral y la religión que cobra vigencia en la actualidad
 
Palmira

La amenaza del Estado Islámico de arrasar con las ruinas de la ciudad de Palmira, es una reedición del libro de Volney en vivo y en directo.

Volney, que se describe a sí mismo en lo alto de los cielos, como observador de las guerras entre ejércitos de distintas religiones divide su libro en dos partes diferenciadas.

La primera es la narración reflexiva del discurrir de las civilizaciones enfrentadas en creencias y la segunda es la oferta de un código moral al que llama Ley Natural, dicho de forma sucinta.
La obra fue escrita como un canto de esperanza ante la llegada del siglo XX, y una seria y grave reflexión sobre el pasado de la humanidad, sus gobernantes y creencias.

Cuando leí por primera vez el libro tenía 16 años y me produjo una honda huella, tanto es así que volví a leerla otras tres veces en edades bien distintas, llegando siempre a la misma conclusión: el mal de la humanidad está en la cultura.

Actualmente se puede leer en varios idiomas desde internet en este enlace, también se puede conseguir la obra impresa en casadellibro.com y en otras webs.

Pero cuál es el asunto del libro y su relación con la política?

Volney en su brillante exposición, desgrana capítulo a capítulo la historia y los males de la humanidad, lo hace de una forma fácil y a veces simple, con la única finalidad de hacer comprensible al lector su mensaje, que no es otro que el despertar su conciencia crítica.


La peor de las ruinas es la ruina moral de la humanidad.

Se acerca a Hegel cuando habla de las lecciones de los tiempos pasados que se repiten en los tiempos presentes y habla (reclama) de la investigación de la verdad.

Al igual que Orwell, parte de una actitud idealista que desemboca como casi siempre, en el voluntarismo, pero que al fin y al cabo crea en el lector un deseo de cambio, alimenta la necesidad de cambiar el estado de cosas imperante en una sociedad podrida y manipuladora, que sólo conduce al caos y a la ausencia de principios morales…es decir a la corrupción.

Por otra parte, desmonta la manipulación religiosa que sólo conduce al oscurantismo, la ignorancia y el servilismo, que facilita la utilización de las masas al antojo de los poderosos y los popes religiosos y que acaba conduciendo a las guerras, a las que atribuye siempre una razón religiosa, un enfrentamiento en nombre del Dios verdadero.

Salvando la distancia en el tiempo, la obra del Conde de Volney, cobra actualidad, no sólo por la amenaza que pende sobre Palmira y sus ruinas, sino por la quiebra de valores morales y el imperio de la estupidez humana a la hora de abordar sus problemas.

Como anécdota he de señalar que en más de una ocasión escuche a más de una persona, usar la frase " esto es la ruina de Palmira", desconociendo totalmente su origen y la razón de su uso.

Ojalá que se conserven las ruinas de la ciudad de Palmira y ojalá que sea una buena excusa para leer el libro de Volney y sus reflexiones.


@ordosgonzalo
gonzalo  alvarez-lago garcia-teixeiro


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Fuentes
Wikipedia
Globedia
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viernes, 22 de mayo de 2015

Monsenor Óscar Arnulfo Romero


 Óscar Arnulfo Romero



(Óscar Arnulfo Romero y Galdames; Ciudad Barrios, 1917 - San Salvador, 1980) Arzobispo salvadoreño. Formado en Roma, inició su carrera eclesiástica como párroco de gran actividad pastoral, aunque opuesto a las nuevas disposiciones del Concilio Vaticano II. En 1970 fue nombrado obispo auxiliar de El Salvador, y en 1974 obispo de Santiago de María.

En esta sede comenzó a aproximarse a la difícil situación política de su país, donde desde hacía décadas gobernaba el Ejército. Se implicó de lleno en la cuestión una vez nombrado arzobispo de El Salvador en 1977. Sus reiteradas denuncias de la violencia militar y revolucionaria, que llegaba hasta el asesinato de sacerdotes, le dieron un importante prestigio internacional. Ello no impidió que, al día siguiente de pronunciar una homilía en que pedía a los soldados no matar, fuese asesinado a tiros en el altar de su catedral.


Era hijo de Santos Romero y Guadalupe Galdámez, ambos mestizos; su padre fue de profesión telegrafista. Estudió primero con claretianos, y luego ingresó muy joven en el Seminario Menor de San Miguel, capital del departamento homónimo. De allí pasó en 1937 al Colegio Pío Latino Americano de Roma, donde se formó con jesuitas. En Roma, aunque no llegó a licenciarse en Teología, se ordenó sacerdote (1942). 

El año siguiente, una vez vuelto a El Salvador, fue nombrado párroco del pequeño lugar de Anamorós (departamento de La Unión), y luego párroco de la iglesia de Santo Domingo y encargado de la iglesia de San Francisco (diócesis de San Miguel). Trabajador y tradicionalista, solía dedicarse a atender a pobres y niños huérfanos. En 1967 fue nombrado Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES), estableciendo su despacho en el Seminario de San José de la Montaña que, dirigido por jesuitas, era sede de la CEDES. Tres años después el papa Pablo VI lo ordenó obispo auxiliar de El Salvador.

Crítico por entonces de las nuevas vías abiertas por el Concilio Vaticano II (1962-1965), Monseñor Romero no tuvo buenas relaciones con el arzobispo Chávez y González, ni tampoco con un segundo obispo auxiliar, Arturo Rivera y Damas. Movido por aquella postura, cambió la línea del semanario Orientación (que desde entonces disminuyó notablemente su difusión). También atacó, sin demasiado efecto, al Externado de San José y a la Universidad Centroamericana (UCA), instituciones educativas dirigidas por jesuitas y, finalmente, a los propios jesuitas, contribuyendo a apartarlos en 1972 de la formación de seminaristas (sustituidos por sacerdotes diocesanos y nombrado él mismo Rector, el Seminario debió cerrar medio año después). 

A pesar de esta serie de fracasos, gozaba del apoyo del Nuncio Apostólico de Roma, y fue nombrado obispo de Santiago de María en 1974. De gran dedicación pastoral, promovió asociaciones y movimientos espirituales, predicaba todos los domingos en la catedral, y visitaba a los campesinos más pobres. Bien visto por ello entre los sacerdotes de su diócesis, se le reprochó cierta falta de organización y de individualismo. En 1975, el asesinato de varios campesinos (que regresaban de un acto religioso) por la Guardia Nacional le hizo atender por primera vez a la grave situación política del país. 

Así, cuando el 8 de febrero de 1977 fue designado arzobispo de El Salvador, las sucesivas expulsiones y muertes de sacerdotes y laicos (especialmente la del sacerdote Rutilio Grande) lo convencieron de la inicuidad del gobierno militar del coronel Arturo Armando Molina. Monseñor Romero pidió al Presidente una investigación, excomulgó a los culpables, celebró una misa única el 20 de marzo (asistieron cien mil personas) y decidió no acudir a ninguna reunión con el Gobierno hasta que no se aclarase el asesinato (así lo hizo en la toma de posesión del presidente Carlos Humberto Romero del 2 de julio). Asimismo, promovió la creación de un "Comité Permanente para velar por la situación de los derechos humanos". 

El Nuncio le llamó al orden, pero él marchó en abril a Roma para informar al Papa, que se mostró favorable. En El Salvador, el presidente endureció la represión contra la Iglesia (acusaciones a los jesuitas, nuevas expulsiones y asesinatos, atentados y amenazas de cierre a medios de comunicación eclesiásticos). En sus homilías dominicales en la catedral y en sus frecuentes visitas a distintas poblaciones, Monseñor Romero condenó repetidamente los violentos atropellos a la Iglesia y a la sociedad salvadoreña. 

En junio de 1978 volvió a Roma y, como la vez anterior, fue reconvenido por algunos cardenales y apoyado por Pablo VI. Continuó, pues, con idéntica actitud de denuncia, ganándose la animadversión del gobierno salvadoreño y la admiración internacional. La Universidad de Georgetown (EE.UU.) y la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) le concedieron el doctorado honoris causa (1978 y 1980 respectivamente), algunos miembros del Parlamento británico le propusieron para el Premio Nobel de la Paz de 1979, y recibió en 1980 el "Premio Paz", de manos de la luterana Acción Ecuménica de Suecia. 

Aunque no hay certezas al respecto, se ha afirmado que el 8 de octubre de 1979 recibió la visita de los coroneles Adolfo Arnoldo Majano Ramos y Jaime Abdul Gutiérrez, quienes le comunicaron (también al embajador de Estados Unidos) su intención de dar un golpe de estado sin derramamiento de sangre; llevado a efecto el 15 de octubre, Monseñor Romero dio públicamente su apoyo al mismo, dado que prometía acabar con la injusticia anterior. En enero de 1980 hizo otra visita más a Roma (la última había sido en mayo de 1979), ahora recibido por Juan Pablo II, que le escuchó largamente y le animó a continuar con su labor pacificadora. 

Insatisfecho por la actuación de la nueva Junta de Gobierno, intensificó los llamamientos a todas las fuerzas políticas, económicas y sociales del país, la Junta y el ejército, los propietarios, las organizaciones populares, sus sacerdotes e incluso a los grupos terroristas para colaborar en la reconstrucción de El Salvador y organizar un sistema verdaderamente democrático. El 17 de febrero de 1980 escribió una larga carta al presidente estadounidense Jimmy Carter, pidiéndole que cancelase toda ayuda militar, pues fortalecía un poder opresor. 

Finalmente, el 23 de marzo, Domingo de Ramos, Monseñor Romero pronunció en la catedral una valiente homilía dirigida al Ejército y la Policía. Al día siguiente, hacia las seis y media de la tarde, durante la celebración de una misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, fue asesinado en el mismo altar por un francotirador. Se atribuyó el crimen a grupos de ultraderecha, afirmándose que la orden de disparar habría sido dada por el antiguo Mayor Roberto D'Aubuisson (uno de los fundadores, posteriormente, del partido Alianza Republicana Nacionalista, ARENA); sin embargo, no se detuvo a nadie y todavía en la actualidad permanecen sin identificación y castigo los culpables.


En fase final beatificación de Monseñor Arnulfo Romero

José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, informó que el proceso de beatificación de Monseñor Arnulfo Romero se encuentra en la etapa final luego de ser declarado mártir por teólogos del Vaticano.

“Estamos sumamente contentos, sumamente agradecidos con Dios, con el Papa, con la Iglesia y pensamos que primero Dios va a ser pronta la beatificación” manifestó el religioso durante una conferencia de prensa.

Aunque no se tiene comunicación oficial del proceso, Escobar Alas aseguró que Monseñor Romero fue considerado mártir debido a que fue asesinado “por odio a la fe“; y por las características del caso podría ser beatificado sin que le sea confirmado un milagro.

“Se confirmó el martirio de monseñor Romero, como un acto de odio a la fe, afirmando (…) que la causa de su martirio fue el odio contra el amor por la justicia y contra la predilección por los pobres que monseñor Romero vivía como manifestación de su fe en Cristo” expresó el arzobispo.

De igual forma Escobar Alas asegura que el proceso de beatificación es el primer paso hacia la canonización. “El Papa es la autoridad suprema de la Iglesia y él puede dispensar el milagro”.
Monseñor Arnulfo Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 con un disparo al corazón cuando oficiaba misa, luego de pedir a los militares el cese de la represión contra los ciudadanos.

La Comisión de la Verdad de Naciones Unidas determinó que el autor intelectual del asesinato fue el fundador del partido derechista Arena, Roberto D’Abuisson.








 * El 23 de mayo se celebrará en El Salvador el acto de beatificación de Monsenor Romero








Fuentes
Biografias y vida
CubaDebate
YouTube

 


miércoles, 20 de mayo de 2015

Pablo Escobar Gaviria

(Pablo Emilio Escobar Gaviria; Rionegro, Antioquía, 1949 - Medellín, 1993) Narcotraficante colombiano. A la violencia endémica que la sociedad colombiana venía padeciendo con los enfrentamientos entre las diversas guerrillas revolucionarias y el ejército y los grupos paramilitares, hubo que sumar, desde la década de 1980, el espectacular auge de los cárteles del narcotráfico, organizaciones criminales centradas en el tráfico de drogas que amasaron desorbitadas fortunas y que, en su afán hegemónico, llegaron a desatar la guerra contra el mismo Estado. El jefe del Cártel de Medellín, Pablo Escobar, fue la figura icónica de este periodo.
Biografía
Hijo de un administrador de fincas y de una maestra rural, Pablo Escobar trabajó desde su niñez en diversos oficios, lavando coches o ayudando en los mercados; también fue criador de vacas, para pasar luego a matón a sueldo y ladrón de coches. Su carrera delictiva se inició con la compra de objetos robados y el contrabando a pequeña escala, hasta que se introdujo en el tráfico de marihuana y, finalmente, en el de cocaína.
Pablo Escobar

En 1974 emprendió la creación de un negocio de producción y distribución de cocaína que iría creciendo con el tiempo hasta convertirse en una vasta organización delictiva dedicada principalmente al tráfico de drogas: el Cártel de Medellín. Con Pablo Escobar como jefe, el grupo inició sus actividades hacia 1976, año en que Escobar fue detenido con diecinueve kilos de cocaína, aunque su caso fue sobreseído. La organización prosperó rápidamente y, a principios de los años 80, Pablo Escobar era ya dueño de una considerable fortuna.

 Contra lo que cabría esperar de un capo dedicado a actividades ilícitas, Escobar rehusó permanecer en el anonimato, y, arrogándose el papel de hombre del pueblo, financió planes de desarrollo para los suburbios de Medellín: así, levantó un barrio para desheredados llamado Medellín sin Tugurios o el barrio de Pablo Escobar, un conjunto de 780 viviendas unifamiliares que construyó con destino a la gente necesitada. Ello le permitió obtener los votos que le convirtieron en teniente de alcalde del Ayuntamiento de Medellín.
El narcotráfico, que en su afán de adquirir poder y capacidad de manipulación había en más de una ocasión aportado dinero para las campañas parlamentarias y presidenciales, intentaba ahora penetrar en el corazón de la sociedad colombiana involucrándose directamente en la política. Pablo Escobar había formado un grupo político llamado Civismo en Marcha, adscrito a la formación Nuevo Liberalismo, y en 1982 logró ser elegido diputado suplente del parlamentario antioqueño Jairo Ortega en el Congreso de la República. No fue el de Escobar un episodio aislado: otro reconocido narcotraficante, Carlos Lehder Rivas, había creado otro movimiento similar al de Escobar, el Movimiento Latino Nacional.
Pero la coalición Nuevo Liberalismo estaba liderada por un político honesto, Luis Carlos Galán, quien, al tener noticia de las actividades criminales de Escobar, denunciadas por el rotativo El Espectador, lo expulsó de su movimiento. Ello puso fin a la carrera política de Escobar, aunque todavía promovió una serie de campañas cívicas y obras sociales con ayuda de los sacerdotes Elías Loperas Cárdenas y Hernán Cuartas. En 1983 volvió la clandestinidad, y durante mucho tiempo lograría salir airoso del asedio periódico de las autoridades colombianas y de agencias internacionales como la Interpol y la DEA.
Desde ese momento Luis Carlos Galán se convirtió en el gran enemigo de los narcotraficantes, quienes iniciaron una incesante persecución contra él y contra su movimiento, bajo las instrucciones del propio Escobar y de Gonzalo Rodríguez Gacha. La clase política, que hasta entonces no había puesto reparo al usufructo de los dineros del narcotráfico, se sintió o fingió sentirse ofendida y amenazada ante el auge de Escobar y demás miembros de los cárteles de la droga. El gobierno de Belisario Betancur (1982-1986) había iniciado en 1983 una reforma tributaria con la cual se quiso ofrecer una legislación que daba la posibilidad de incorporar los llamados dineros "calientes" a la economía del país; se había discutido entonces la posibilidad de legalizar la droga y sus principales protagonistas. Todo ello quedó puesto en entredicho.
La guerra de los extraditables.
Pero quien más protestó ante una eventual incorporación de los narcotraficantes a la vida política del país fue Estados Unidos, principal consumidor de la droga que exportaba Escobar; el gobierno norteamericano comenzó a ejercer fuertes presiones en la política colombiana a través de la DEA (Administración para el Control de Drogas), oficina dependiente del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos dedicada a la persecución y control del narcotráfico.
El embajador norteamericano en Colombia, Lewis Tamb, fue el encargado de rechazar cualquier acercamiento con los narcos y pidió de manera formal su extradición como medida coercitiva, vinculando ya entonces al narcotráfico con la guerrilla. Se dio un gran debate a favor y en contra de la extradición; los narcos, en cabeza de Pablo Escobar, acuñaron una frase famosa: "Preferimos una tumba en Colombia que una celda en Estados Unidos".
Pablo Escobar con su esposa, Victoria
Henao, y su hijo Juan Pablo


El presidente Betancur y el procurador Carlos Jiménez Gómez se manifestaron en contra de la extradición de nacionales a Estados Unidos, pero un hecho vino a cambiar la situación: el 30 de abril de 1984 el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, partidario de la extradición y miembro del Nuevo Liberalismo, fue asesinado por la mafia. El gobierno Betancur declaró la guerra al narcotráfico, y muy especialmente al Cártel de Medellín, que desencadenó como respuesta una ola de asesinatos en la que caerían líderes populares y agrarios, diputados y senadores, periodistas y jueces, candidatos a la presidencia y muchos otros personajes de la vida nacional.
Entretanto, al frente del Cártel de Medellín, Pablo Escobar había llegado prácticamente a monopolizar el tráfico de droga colombiano, controlando buena parte de las rutas marítimas que unen el país sudamericano con Estados Unidos. Su auténtico imperio empresarial basado en la cocaína lo había convertido en uno de los hombres más ricos del mundo. La situación no mejoró bajo la presidencia de Virgilio Barco (1986-1990): seguía pesando la amenaza de extradición sobre Pablo Escobar y otros jefes mafiosos, que empezaron a ser llamados los extraditables y siguieron llenando de cadáveres el país, convirtiendo la acción criminal en un mecanismo de extorsión y presión contra el Estado.
El Cártel de Medellín sembró el pánico colocando coches bomba en las principales ciudades para obligar al gobierno a abolir la extradición de colombianos a Estados Unidos. Sus sicarios protagonizaron multitud de atentados y asesinatos, algunos de ellos masivos, que conmovieron a la opinión pública mundial. En 1989, en un atentado contra la sede del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), perdieron la vida alrededor de setenta personas. El director del incorruptible diario El Espectador, Guillermo Cano, fue asesinado en 1986. La misma suerte corrieron tres de los candidatos a los comicios presidenciales de 1990: el citado Luis Carlos Galán en 1989, y, un año después, Carlos Pizarro Leongómez, líder del M-19, y Bernardo Jaramillo Ossa, líder de la Unión Patriótica.
La Catedral
Finalmente, durante la presidencia de César Gaviria (1990-1994) se aprobó la Constitución de 1991, en la que quedaba prohibida la extradición de ciudadanos colombianos. La inclusión de esta norma, que molestó a los Estados Unidos, suponía una garantía de máximo nivel jurídico, y dio pie para que Pablo Escobar y otros miembros del Cártel de Medellín, como los hermanos Ochoa, decidieran entregarse a la justicia colombiana.
En unas negociaciones previas, sin embargo, se habían acordado condiciones bastante favorables para Escobar: no ingresaría en una cárcel corriente junto a otros delincuentes, sino en una nueva que el propio Escobar construyó con su dinero en unos terrenos de su propiedad cerca de la ciudad de Envigado. Bautizada como La Catedral, esta "cárcel" dotada de todos los lujos imaginables no albergaba más reos que el propio Escobar y sus lugartenientes y colaboradores. Desde allí siguió manejando su lucrativa organización, bajo la protección de sus guardaespaldas en el interior y de los cuerpos de seguridad colombianos en el exterior.
Este escándalo generó una airada reacción en los Estados Unidos, y corrió el rumor de que comandos estadounidenses asaltarían La Catedral y se llevarían al capo. Aduciendo que la falta de seguridad y el influjo de los intereses norteamericanos ponía en peligro su vida, y que las garantías que le había ofrecido el gobierno eran insuficientes, Pablo Escobar decidió, después de trece meses de reclusión, abandonar la prisión, cosa que hizo sin demasiadas dificultades el 22 de julio de 1992. Volvió a la clandestinidad y la ola de secuestros, terrorismo y acciones extremistas se agudizó.
Pero esta nueva etapa también afectó a la familia del jefe del narcotráfico, ya que fue objeto de las acciones violentas del autodenominado grupo de Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), que iniciaron una campaña de ataques contra las propiedades, familiares, abogados y asociados del delincuente. En esta oleada de atentados cayeron varios de sus hombres de confianza y la familia Escobar inició una diáspora en la que se intentó encontrar una nación que quisiera recibirles como refugiados políticos.

Escobar tras ser abatido por la policía

El gobierno de César Gaviria, mientras tanto, ofrecía jugosas recompensas por cualquier dato acerca de su paradero. Durante más de un año logró eludir su captura, hasta que finalmente el 2 de diciembre de 1993, cuando acababa de cumplir 44 años, fue abatido a tiros por quince policías del Bloque de Búsqueda (grupo especialmente constituido para su captura) en el tejado de su casa del barrio de América, en Medellín, tras ser localizado al hacer unas llamadas a su familia. Estaba casado con María Victoria Henao, que le había dado dos hijos: Juan Pablo y Manuela.
Se cerraba así uno de los episodios más significativos de la historia colombiana de la segunda mitad del siglo XX. La caída de Pablo Escobar conllevó el desmantelamiento de toda su organización, pero fue aprovechada por el Cártel de Cali (más moderno, discreto e influyente en círculos políticos y financieros del país) para hacerse con el control del narcotráfico en Colombia. La infiltración en la política continuó: en los comicios presidenciales de junio de 1994, los dos candidatos, Ernesto Samper y Andrés Pastrana, fueron acusados de haber recibido financiación del Cártel de Cali. Resultó elegido Ernesto Samper (1994-1998), quien, con ayuda estadounidense, dio un golpe definitivo al Cártel de Cali al lograr detener en 1995 a su máximo dirigente, Gilberto Rodríguez Orejuela.
Tal golpe no supuso, por supuesto, el fin del narcotráfico en Colombia, pero sí el de la época de los grandes cárteles: a partir de entonces, ninguna gran organización llegó a copar la mayor parte del mercado ni a desafiar abiertamente a las autoridades hasta el punto de desestabilizar el país. El negocio, según los expertos, se atomizó y especializó, y sus líderes de más peso, cuando los hubo, fueron menos poderosos y permanecieron en un discreto segundo plano. Este cambio contribuyó a convertir a Pablo Escobar en el singular emblema de un momento histórico único, y, junto a la natural fascinación humana por la libérrima épica del mal, explica la atracción que sigue despertando su figura, que ha sido desde entonces objeto de libros, documentales, películas y series de televisión.

 





 


Fuentes:
Biografías y Vida
YouTube






viernes, 15 de mayo de 2015

Alberto Ravell Carino/Un ilustre venezolano



Fue un periodista, locutor radial y parlamentario venezolano, considerado como un ícono de la historia radial en dicho país además de ser uno de los miembros fundadores del partido Acción Democrática (A.D) 

Ilustre venezolano nacido en San Felipe 30-11-1.901 – Fallecido en Caracas 04-08-1.960

Hijo de Federico Ravell y Clotilde Cariño.

Escritor, periodista, locutor, parlamentario, concejal e incansable luchador social.

Su educación oficial se vio tempranamente interrumpida al verse, a los 11 años de edad, en la necesidad de trabajar para ayudar a su familia que atravesaba por serias dificultades económicas.

Se desempeño como dependiente en tiendas, pulperías y farmacias, así como también de fabricante de queso y mantequilla.

A los 15 años de edad acompaña a su padre, Federico Ravell, en un alzamiento contra el gobierno de Juan Vicente Gómez. Capturado, junto con su padre, es encarcelado en 1.920 en el castillo Libertador de Puerto Cabello.
 
Se casó con Beatriz Elena Arreaza Arreaza de cuya unión nacieron sus hijos Alberto Federico y Andrés. 

Continúo en el Castillo su incansable educación, aprendiendo idiomas y leyendo a autores como Marx, Lenin, Barbusse y Chejov entre otros. Fundó también en la cárcel la primera Universidad Popular de Venezuela, que llamo Universidad “Cipriano Martínez” y escogió como lema para ésta: “Por la cultura me haré un hombre”.

Liberado al año siguiente (1.921), sale al exilio como polizonte a bordo del buque Eupatoria. Recorre Colombia y Guatemala donde en 1.922 se incorpora a la guerrilla que combate al gobierno del general José Orellana; va luego a México donde es recibido y atendido personalmente por José Vasconcelos, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y destacado vocero de la oposición al régimen gomecista.

Ravell se compromete a regresar a Venezuela con el propósito de dar muerte a Gómez; lo acompaña un mexicano dispuesto a la aventura, el coronel Manuel Oreamuno Berrocal.En 1.923 a los pocos días de haber entrado en el país bajo nombres falsos, Ravell y su compañero son capturados, torturados y llevados al castillo Libertador de Puerto Cabello. Manuel Oreamuno Berrocal muere en detención y Ravell permanece encarcelado.

En sus largos años de prisión en el Castillo de Puerto Cabello, Alberto Ravell no se amilanó y se mantuvo siempre firme y con la fuerza necesaria para soportar tan amargas y difíciles circunstancias.

En 1.936, tras la muerte de Juan Vicente Gómez es liberado y describe el momento de su llegada al muelle con estas palabras: “En el puerto estaban los caminos que yo no conocía. Los brazos que me daban la bienvenida, la vida que abría su amor. Junto a los hombres estaba silenciosa mí madre, con una cabeza muy blanca y en los ojos un Iloro cándido y en la boca desnuda de odios, su mejor bendición”.

Se desempeño como funcionario público en el Ministerio de Obras Públicas y en el Ministerio de Sanidad, como Concejal por el Distrito Federal, como Senador en el periodo 1.939 – 1.943, como representante en la Asamblea Nacional Constituyente entre 1.946 – 1.947 y Senador de nuevo en 1.948.

Durante el gobierno del presidente Eleazar López Contreras, inicia por la prensa una campaña contra la prostitución y el vicio, campaña que luego pasa a transmitir por la emisora Radio Continente de Caracas en un programa titulado “El espejo de la ciudad”, el cual pronto se convierte en uno de los de más sintonía en el país 1.939 - 1.945 y lo consagra como locutor de radio.

En 1.941, miembro fundador de Acción Democrática.De 1.948-1.958 es exiliado durante el gobierno de la Junta Militar y de Marcos Pérez Jiménez.

A raíz del golpe militar contra Rómulo Gallegos sale al exilio, primero a Ecuador, luego a Cuba y finalmente a Trinidad donde permanece hasta su regreso al país tras el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez en enero de 1958.

A su regreso a Venezuela, se reincorpora a Radio Continente donde dirige el noticiero “Radio Reloj Continente” hasta su muerte.

Muere Alberto Ravell el 04 de agosto de 1.960, causando una gran pérdida a la democracia que daba sus primeros pasos.

Entre sus obras están: “Estampas’, “Versos de la Prisión”, “Cartas desde la Prisión”, “Humanidad” “Bajo el signo de los Bárbaros” y “Por los Caminos del Yaracuy”.
 
 
 
*SER HIJO DE ESTE ILUSTRE VENEZOLANO COMPROMETE A ALBERTO FEDERICO A CONFRONTAR CON GALLARDIA EL RETO QUE LE PRESENTA LA HISTORIA. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fuentes: EcuRed 
La estirpe Ravell 

Hitler, Stalin y la sinrazón DE LAS CERVECERÍAS AL BÚNKER

Hitler -con una capacidad oratoria excepcional- supo levantar esperanzas y ser seguido por millones de personas.
Hitler -con una capacidad oratoria excepcional- supo levantar esperanzas y ser seguido por millones de personas.





Nunca debemos dejar de pensar cómo Adolf Hitler, el vulgar oportunista que encarnó el mal absoluto, pudo seducir a tanta gente. Hay que estar vigilantes para que jamás pueda volver a repetirse algo similar.
Qué personaje, este Adolf Hitler, de cuyo suicidio se cumplen ahora 70 años. Un número redondo, que no significa nada ni tendría por qué hacernos hablar de él. Pero cualquier pretexto es bueno para reflexionar sobre Hitler.


Y es así no porque su personalidad tuviera interés, porque fuera un “gran hombre”, bueno o malo, según gustos, pero dotado, en todo caso, de alguna cualidad extraordinaria. Solo creerá que fue grande quien equipare grandeza con popularidad, impacto mediático, influencia sobre su época. Porque influyó, sin duda, sobre el curso de la historia mundial como pocos seres humanos lo han hecho en el tiempo en que vivieron. El siglo XX sería, sin duda, muy distinto de no haber nacido él.


Desde cualquier otro punto de vista, careció por completo de grandeza. Fue un tipo inculto, aunque él creyera, desde luego, saber mucho (otra prueba de su ignorancia). En el cenit de su poder, pensó que eran tan importantes las conversaciones mantenidas en sus almuerzos por él y su grupo cercano que instaló a unas taquígrafas para que tomaran notas y se conservaran así para la historia. Se publicaron, hace unas décadas; miles de páginas, de una pobreza difícil de imaginar, llenas de simplezas, en un tono siempre rotundo y dogmático.

Si de las ideas pasamos a los principios morales, sus móviles nunca fueron “nobles”, cualquiera que sea el significado que demos a esta palabra. Y si a las ideas y los principios añadimos su atractivo personal, no era un tipo sociable, nunca tuvo verdaderos amigos y su vida sentimental fue anodina; de él no se recuerda una anécdota interesante, una frase ingeniosa, pese a la inventiva que suele adornar estos anecdotarios de hombres célebres. Como pintor, su única profesión, fue mediocre; y cuando le tocó ser gestor se levantaba tarde, era vago y desorganizado, le aburría leer informes y eludía la toma de decisiones (o las tomaba de forma temeraria). Por no inventar, no inventó ni el antisemitismo. Fue un oportunista vulgar, un megalomaniaco vacuo, un don nadie fanático y simplón, un charlatán desprovisto de cualquier idea de interés, un ambicioso cuyo único norte fue la conquista de un poder absoluto sobre sus semejantes.

Muchos creen que Hitler fue el primero en dirigir un régimen totalitario modélico, pero Stalin ya le había precedido.
                                                                                                  Muchos creen que Hitler fue el primero en dirigir un régimen totalitario modélico pero Stalin ya le había precedido.

El agente principal


Alguien me objetará que aportó novedades, aunque fueran perversas; que construyó y dirigió un régimen totalitario modélico, ideal para otros muchos dictadores; que enseñó a otros criminales políticos cinismo, brutalidad, manipulación de la prensa y la radio, justificación de los medios por el fin, crímenes contra la humanidad a gran escala. Pero en todos estos aspectos le había precedido Stalin. Y aquí me parece escuchar voces de protesta: cómo se me ocurre compararlos, este lo hizo por motivos idealistas, quería establecer una sociedad justa e igualitaria, aunque esto le llevara a cometer “excesos”. Dejemos ese tema para otro día. Lo indiscutible es que utilizó todos los medios imitados luego por Hitler para instalarse en el poder y que lo ejerció, como él, sin límites morales; y su modelo totalitario fue aún más perfecto que el nazi. Hitler, la verdad, tampoco inventó nada en ese terreno.

Alguna grandeza demoniaca se le podría atribuir. Nadie, quizás, ha encarnado el mal absoluto de forma tan pura. Fue la quintaesencia de la perversión, y por eso es útil como ejemplo para describir lo que debe evitarse a cualquier precio. Pero Hannah Arendt arguyó, con buenas razones, que los nazis ni siquiera tenían grandeza en este terreno, que incluso su maldad era “banal”, que cometieron los mayores crímenes sin plantearse siquiera los dilemas morales que se le ocurrirían a cualquier mente reflexiva.

Hay quien dice que dirigió un régimen totalitario modélico, pero le había precedido Stalin


Todo lo dicho, pensándolo bien, apenas tiene importancia y no responde a la pregunta de por qué escribir sobre él. La verdadera cuestión, la difícil de contestar, es cómo pudo un personaje tan mediocre alcanzar el poder absoluto sobre una sociedad tan culta, avanzada y moderna como la alemana. Cuál fue su atractivo, ese es el misterio sobre el que se han escrito miles y miles de páginas. Porque Alemania no era un país cualquiera. Hay que recordar lo que significó para los españoles que estudiaron allí, empezando por Ortega y Gasset, o la elevación del nivel de las universidades estadounidenses gracias a los alemanes que se refugiaron allí, o la calidad de las vanguardias artísticas alemanas. ¿Cómo pudo una sociedad tan sofisticada, una de las cimas de la civilización moderna, hundirse en la barbarie, en la brutalidad, en el genocidio, siguiendo las pautas de este Adolf Hitler?

Adolf Hitler
                                                                                  Adolf Hitler

Claro que la pregunta simplifica las cosas, pues no todo debe atribuírsele a él. Hubo colaboradores, fuerzas sociales que le apoyaron, estructuras de poder que se pusieron a su servicio. Pero él fue crucial, su personalidad fue clave en el asunto. Como resumió Ian Kershaw, Hitler no fue la “causa primordial” del “ataque nazi a las raíces de la civilización”, pero sí su “agente principal”.


Del vacío a la iniquidad

Para entender su éxito, hay que referirse a las circunstancias en las que surgió: la amarga derrota alemana en la Gran Guerra, la inflación galopante de los años veinte y el paro masivo tras la crisis de 1929, los miedos que suscitaba en toda Europa la revolución bolchevique… Todo ello, en el tránsito de la sociedad del antiguo régimen al mundo moderno, con el desplome de las jerarquías tradicionales, el avance de la secularización, el paso de la política de élites a la de masas, de la sumisión de la mujer a la igualdad de géneros. Todo era novedoso, conflictivo, nunca visto. La sociedad, tal como se había conocido durante siglos, se hundía; y eso provocaba inseguridad y temores comprensibles.

Unos colaboradores sin escrúpulos construyeron el andamiaje que le rodeó de un halo carismático.


En esa situación, Hitler —con una capacidad oratoria, esa sí, excepcional— supo levantar esperanzas. Identificó de manera nítida al culpable de todas aquellas crisis: los judíos, padres del capitalismo y del marxismo, los dos males de la modernidad. Y prometió, en tono apocalíptico, eliminar a aquel culpable. Con ello, aseguró, llegaría la redención, la superación de las divisiones, el reingreso en el paraíso, una nueva unión fraternal (de los elegidos, claro). Y aquella solución tan sencilla sedujo a muchos. Aunque sin mayoría absoluta, ganó elecciones —cosa que no hizo nunca Stalin—. A partir de ahí, unos colaboradores sin escrúpulos construyeron el andamiaje efectista que le rodeó de un halo carismático. Montaron un espectáculo grandioso, que compensaba la falta de participación política real. Y casi todos, incluidos muchos visitantes inteligentes, se dejaron impresionar por el resultado.


Hay quien explica el atractivo de Hitler a partir de la cultura alemana, del famoso Sonderweg, camino especial seguido por aquel país. En él contrastarían la modernidad en los aspectos económicos y técnicos con el atraso en la estructura política, basada en el paternalismo estatal heredado del “socialismo” conservador de Bismarck y dominada por los Junkers, élites de mentalidad muy tradicional, nacionalistas, militaristas y antisemitas, muy distintos a las aristocracias francesa o inglesa. El nazismo sería el producto de esa tradición y por tanto específicamente alemán. Pero, frente a esta visión, otros ven el fenómeno como una aberración atribuible a la situación de crisis económica, política y moral en la que surgió y creen que la aparición de aquel grupo de hooligans, dirigidos por un loco, interrumpió el acceso a la normalidad que iba siguiendo la historia alemana. El nazismo sería un caso de totalitarismo, como el soviético, típico del siglo XX europeo, no de la cultura alemana. Una cultura, hay que recordarlo, que produjo a Hitler pero produjo también a un Stefan Zweig, por mencionar solo un nombre, europeo lúcido si los ha habido, crítico y víctima del nazismo.

En conclusión, Hitler como persona importa poco. No evoco su muerte, desde luego, porque fuera, en ningún sentido, una pérdida para la humanidad. Lo que importa es preguntarse cómo pudo un tipo así seducir a tanta gente. Sobre eso es sobre lo que nunca deberíamos dejar de pensar. Como no deberíamos dejar de estar vigilantes, para que jamás se repita nada similar. En cuanto a él, como ser humano, ni siquiera el pistoletazo final, hace ahora 70 años, le otorgó la menor grandeza.



 José Alvarez Junco
 *José Álvarez Junco es historiador. Su último libro es Las historias de España (Pons / Crítica).








Tomado de @ELPAIS

sábado, 9 de mayo de 2015

Philippe Pétain


(Cauchy-à-la-Tour, Francia, 1856-isla de Yeu, id., 1951) Militar y político francés. Realizó sus estudios militares en la Academia de Saint Cyr, en la que se graduó en 1878 como oficial de Infantería. No destacó demasiado en su carrera al principio y estuvo dedicado, desde 1906, a impartir clases en la École de Guerre. A través de sus lecciones se mostró favorable a los despliegues tácticos defensivos y al desarrollo de las líneas fortificadas.
Ascendido a coronel en 1912, poco después de estallar la Primera Guerra Mundial alcanzó el generalato. Al frente del II Ejército francés intervino en la victoria de Champaña, en septiembre de 1915, y al año siguiente en la defensa de Verdún. La forma en que dirigió las operaciones militares de esta larga batalla, que duró diez meses, le granjeó el respeto y la admiración de sus compatriotas.
Merced a ello, cuando meses más tarde el descontento y desánimo de las tropas desembocó en una serie de motines, fue designado comandante en jefe del ejército en sustitución de Robert-Georges Nivelle, que había fracasado en la ofensiva del Chemin des Dames. Mejoró las condiciones de vida de los soldados, aunque reprimió con dureza a los amotinados, reorganizó la institución y devolvió la confianza a las tropas.
Hasta el final de la guerra mantuvo este cargo, si bien desde abril de 1918 quedó a las órdenes del general Ferdinand Foch, cuando éste, que era su jefe de Estado Mayor, fue designado por los aliados generalísimo supremo de los ejércitos del frente occidental que detuvieron la última ofensiva alemana y protagonizaron la contraofensiva que llevó al armisticio. A finales de año, Pétain recibió el bastón de mariscal.
No volvió a entrar en acción hasta 1925, cuando fue enviado a Marruecos para combatir al rifeño Abd el-Krim, a quien sometió al año siguiente. En años sucesivos desempeñó los cargos de inspector general del Ejército, ministro de Guerra con el gobierno de Doumergue y, en 1939, embajador en la España de Franco. Tras la derrota sufrida en mayo de 1940 por el ejército francés frente al alemán, fue designado ministro de Estado y vicepresidente del consejo de ministros del gobierno de Paul Reynaud.
Al dimitir éste se hizo cargo de la presidencia y le correspondió negociar el armisticio con los alemanes. Se reunió así mismo con Hitler en Montoire y acordó con él un régimen de mutua colaboración. Trasladó la capital a Vichy y la Asamblea le dio plenos poderes para gobernar la Francia no ocupada bajo el lema «Trabajo, familia, patria», que expresaba su intención de regenerar el país de su «decadencia moral». Poco después de la derrota, contó con el apoyo de la mayor parte de la población, convencida de que había salvado Francia de la destrucción total.
Sin embargo, los llamamientos de De Gaulle a la resistencia primero y más tarde la ocupación alemana de todo el país lo dejaron en evidencia. Aceptó convertirse en policía de los invasores, adoptó una actitud pasiva frente a las deportaciones de judíos y apoyó la legión antisoviética gala que combatió con uniforme alemán en el frente ruso. Tras el desembarco aliado de Normandía y su posterior ofensiva, siguió al ejército germano en su retirada al otro lado del Rin.
Se refugió en Suiza y allí permaneció hasta que en 1945 se entregó a las autoridades francesas. Acusado de alta traición, fue juzgado y condenado a muerte. Sin embargo, el general De Gaulle, en consideración a su pasado como héroe de la Primera Guerra Mundial y a su avanzada edad, le conmutó la pena por la de cadena perpetua en reclusión en la isla de Yeu.









Fuentes:
Biografías y Vida
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