La
disolución de la Unión Soviética, la desordenada y anárquica transición que le
siguió hacia el capitalismo y el vacío moral tras el derrumbe comunista, fueron
un caldo de cultivo por excelencia para la consolidación y el crecimiento a
niveles descontrolados de la mafia rusa. Bajo esta denominación se incluyen
miles de organizaciones de distintas envergaduras, que aprovecharon que durante
la década del 90, el 50% de la economía rusa, funcionaba por fuera de los
circuitos legales.
La
mafia no se originó con la caída del comunismo, ya existían como bandas que
durante el régimen soviético se limitaban a contrabandear bienes de consumo,
como cigarrillos, vodka y elementos de belleza. Se trataba de actividades de
escasa envergadura, pero la transición brusca hacia un capitalismo feroz, las
hizo ascender en jerarquía y poder a niveles como nunca se habían visto en la
historia de la delincuencia del planeta. Es importante señalar que estos
grupos, debido a sus contactos directos o indirectos con los gobernantes de la
entonces Unión Soviética, previeron con antelación la caída del régimen y se
organizaron para sacar el máximo provecho a los cambios que se avecinaban.
Muchos de ellos provenían de distintas cárceles del antiguo régimen y se los
reconoce porque solían tatuarse con signos y figuras que eran una especie de
carta de presentación, con códigos que señalan la cárcel de la que provinieron,
el tiempo de condena y el grado jerárquico dentro de la prisión.
Tatuajes de un prisionero
perteneciente a la mafia rusa
Cuando los nazis invadieron la Unión Soviética, ante la necesidad de reclutar hombres, Stalin ordenó la liberación de miles de prisioneros. Al finalizar la guerra, los sobrevivientes fueron encarcelados nuevamente y esa injusticia pudo ser en parte la semilla de odio y revancha hacia todo lo que significa Estado. Cuando cayó el régimen y fueron liberados, se incorporaron a la mafia.
Al lado de la mafia rusa, la Cosa Nostra y otras organizaciones de origen italiano que actuaban especialmente en Nueva York y Chicago, quedaron relegadas a pequeñas estructuras del crimen. Las razones son varias. Las mafias italianas estaban constituidas por familias y la organización quedaba destruida cuando éstas y especialmente el capo mafioso, eran eliminadas. La mafia rusa no se basa sobre la personalidad de sus dirigentes, sino sobre estructuras de red que pueden funcionar y sobrevivir a pesar de la desaparición del líder de turno.
Opera a
nivel internacional y los grupos que la constituyen son incontables, mientras
que la mafia italiana lo hace fundamentalmente a nivel local o a lo sumo con cártels
de la droga de América latina y son grupos escasos.
Posee múltiples contactos con personajes en las altas esferas del
gobierno ruso, incluyendo importantes funcionarios que la encubren, la apoyan y
hasta forman parte orgánica de ella. Por último, se puede agregar que la
integran elementos de alto nivel profesional, como economistas, empresarios y
ex agentes de la KGB. En un nivel inferior dedicado a la parte violenta de las
actividades, incluyendo los asesinatos, figuran veteranos de Afganistán y de
las guerras de Chechenia, caracterizados por su rudeza.
Boris Yeltsin (1931-2007),
primer presidente de la Federación Rusa. Debido a su brutal método de
privatización, una buena parte de la riqueza nacional cayó en manos de un
pequeño grupo de oligarcas.
Después de más de 70 años de economía férreamente centralizada, el gobierno de Yeltsin, liberó los precios de todos los bienes y hubo descontrol por parte del Estado sobre diversos recursos naturales como el petróleo, el gas, los diamantes y los metales. Esto condujo al surgimiento de una oligarquía, que se dedicó a la exportación de estos bienes con ayuda de la mafia rusa que les facilitó contactos y les blanqueó capitales. Estos multimillonarios son los que en la última década adquirieron viviendas suntuosas en las zonas más exclusivas de Londres y de Manhattan, o compraron empresas como el club de fútbol de Mónaco por Dmitri Rybolovlev, o el Chelsea de Inglaterra por Román Abramovich. La mafia rusa no roba bancos, directamente los compra.
Dmitri Rybolovlev y su yate de 110 millones de dólares
Las áreas de acción que posee son múltiples: narcotráfico, prostitución, venta de armas y su triangulación, lavado de dinero y hasta material nuclear.
Román Abramovich y su
mansión en la Costa Azul, considerada una de las más caras de mundo
En los Estados Unidos, el representante máximo de la mafia rusa fue Vyacheslav Ivankov quién arribó a Nueva York con una mochila de pésimos antecedentes y se radicó en Brooklyn, el centro neurálgico del crimen organizado ruso. En un año montó una organización en contacto con Moscú que se dedicó a todo tipo de actividades delictivas. El FBI al poco tiempo lo tuvo en la mira, pero pronto comprobó que estaba lidiando con una estructura criminal totalmente diferente a la mafia italiana a la que estaba acostumbrado. Además, muy pocos agentes del FBI hablaban ruso.
Finalmente lograron atraparlo y después de varios años de cárcel fue deportado a Moscú con el cargo de haber asesinado a dos personas, pero sus contactos con la justicia de su país y el dinero con que aceitó a los jueces lo pusieron rápidamente en libertad.
Vyacheslav Ivankov
En el estado de Florida, vivía Ludwig Fainberg, apodado “Tarzán”, un judío ruso altamente peligroso que había emigrado de la Unión Soviética a Israel y de allí se trasladó a los Estados Unidos. En Miami abrió un club de striptease y de juego, llamado Porky’s que pronto se convirtió en el lugar favorito de la gente del hampa. Entre sus amigos había un importante traficante de cocaína colombiano llamado Juan Almeida, quién adquirió a través de Tarzán la compra de 6 helicópteros del ejército ruso.
Sin embargo, eso no fue nada en comparación con el negocio a desarrollar un año después. Almeida le propuso la compra de un submarino para realizar contrabando de cocaína a gran escala bajo el mar. Tarzán se contactó con un amigo en las altas esferas del ejército ruso y le preguntó si existía alguna posibilidad de comprar un submarino. El jerarca del Kremlin, le preguntó a su vez: ¿Lo quieres con misiles o sin misiles? Tarzán se dirigió a Rusia e ingresó en una base naval repleta de material sobrante de la guerra fría. El submarino valía cien millones de dólares, pero lo consiguieron por solo 15. El trato no llegó a cumplirse porque la DEA (Drug Enforcement Administration), frustró el operativo a tiempo.
Ludwig Fainberg
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