El guardia de las SS Franz Wunsch consiguió que Helena Citronova y su hermana evitasen la cámara de gas. Años después ellas declararon a su favor en un juicio
Daily Mail
Un amor prohibido en el peor lugar de la tierra que tuvo
por suerte un final feliz. Y es que, pese a las restrictivas leyes
alemanas, que prohibían las relaciones entre arios y judíos, el guardia
de las SS Franz Wunsch logró evitar que la judía polaca Helena Citronova y su hermana acabasen en la cámara de gas en plena Segunda Guerra Mundial.
En una ocasión Helena fue obligada a cantar y su voz sedujo a Wunsch, cancerbero del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau,
que se enamoró perdidamente de ella y la tomó a partir de entonces bajo
su protección. Según narró posteriormente la propia Citronova, el
soldado la miraba con dulzura, le enviaba galletas e incluso le escribía
notas que decían: «Amor. Estoy enamorado de ti».
Citronova, según recoge el rotativo británico «Daily Mail», acogió el cortejo con extrema frialdad, pero poco a poco llegó a enamorarse del soldado. «Con el paso del tiempo llegó un momento en el que de verdad lo amé».
La antigua prisionera, que falleció en 2005 pero cuyo testimonio ha perdurado gracias a un documental grabado por el cineasta Laurence Rees, comenzó a enamorarse después de que Wunsch lograse salvar la vida de su hermana, que había llegado al campo de concentración junto con sus dos hijos.
«Los niños no pueden vivir aquí», dijo Wunsch
«Le dije que la iban a llevar a la cámara de gas. Él me preguntó
su nombre y me dijo que la salvaría, aunque no pudo hacer nada por sus
hijos», recordaba Citronova. «Los niños no pueden vivir aquí»,
dice que le respondió Wunsch, quién consiguió convencer a las
autoridades del campo de que dejasen con vida a la hermana Rozinka
porque podría serle útil para realizar trabajos forzados.
Cuando Helena y Rozinka tuvieron que abandonar el campo en una de las denominadas «marchas de la muerte», el SS les regaló dos pares de botas de piel y la dirección de su madre en Viena.
Las dos hermanas no volverían a verle hasta 1972,
cuando el testimonio de ambas en un juicio sería clave para devolverle
el favor y salvar su vida. Algo que no les resultó fácil, porque
numerosos testimonios le acusaban de ser un guardián sanguinario y estar
al menos en una ocasión al mando de una ejecución en una cámara de gas.
«Conocer a Helena cambió mi comportamiento. Me convirtió en otra persona», aseguró Wunsch en el juicio.
Fuente
ABC.es
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