A la historia

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domingo, 15 de marzo de 2015

Mahatma Gandhi/Marcha de la Sal

El 12 de marzo de 1930, Mahatma Gandhi emprende la manifestación conocida como Marcha de la Sal con vistas a arrancar la independencia de la India al Imperio Británico. En los años precedentes, el Mahatma había multiplicado las manifestaciones no violentas y las huelgas de hambre para obtener para el Imperio de las Indias un estatuto de autonomía análogo al concedido a las colonias de población mayoritariamente europea como Canadá y Australia. Al no conseguir resultados, ciertos miembros de su partido, el Partido del Congreso Nacional Indio, se impacientan y amenazan con desencadenar una guerra abierta, con una serie de sublevaciones armadas a favor de la independencia. Gandhi, para no ser desbordado, advierte al virrey de la India que su próxima campaña de desobediencia civil tendrá como objetivo la independencia. Así pues deja su áshram de los alrededores de Ahmedabad, al noroeste del país, acompañado de algunas decenas de discípulos y de un séquito de periodistas. Después de un recorrido a pie de 300 kilómetros, llega el 6 de abril de 1930 a la costa del Océano Índico. Avanza dentro del agua y recoge en sus manos un poco de sal. Por este gesto irrisorio y altamente simbólico, Gandhi alienta a sus compatriotas a violar el monopolio del gobierno británico sobre la distribución de sal…



En la época colonial, la producción de sal en la India constituía un monopolio regido por el gobierno de Gran Bretaña, el cual además establecía un impuesto adicional sobre la sal consumida. Debido a la escasez de mecanismos de refrigeración entre la población india, la sal era un producto de elevadísima demanda para conservar la carne y otros alimentos, por lo cual su consumo era de primera necesidad para la población. Las mismas leyes británicas prohibían también severamente que la población india fabricase sal de forma autónoma, utilizando cualquier clase de procedimiento. Es análogo a la gabela que, bajo el Antiguo Régimen gravaba la sal en Francia.

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Gandhi en la Marcha de la Sal, marzo de 1930

.Muchos compañeros de Gandhi, así como las autoridades coloniales británicas, no tomaron en serio el llamado de Gandhi para boicotear el monopolio británico sobre la sal, pero Gandhi consideraba necesario que la protesta a favor de la independencia se dirigiera primeramente contra un hecho o situacìón que perjudicase directamente a toda la población de la India, sean hindúes o musulmanes, y de cualquier casta, siendo que las características económicas de la sal, producto de necesidad básica, imposible de sustituir, y gravado por un impuesto que elevaba artificalmente su precio, hacía que un “boicot contra la sal” fuese más popular que una protesta contra leyes abstractas de autodeterminación política. El hecho que la población más pobre de la India sufriera las consecuencias del impuesto británico le daba un carácter más legítimo y masivo a la protesta. En la playa, la multitud, nutrida de varios miles de simpatizantes, imita al Mahatma y recoge agua salada en recipientes. Su ejemplo es seguido por todo el país. De Karachi a Bombay los Indios evaporan el agua y recogen la sal a plena luz del día, desafiando a los británicos


Avanzó Gandhi dentro del agua y puso en sus manos un poco de sal. Por este gesto irrisorio y altamente simbólico, Gandhi impulsó a sus compatriotas a violar el monopolio del estado sobre la distribución de sal

Estos últimos llenan sus cárceles con 60.000 ladrones de sal indios. Los independentistas indios, fieles a las recomendaciones de Gandhi, no se resisten a los arrestos violentos de la policía colonial. El mismo Mahatma es detenido y pasa nueve meses en prisión. Finalmente, el virrey reconoce su impotencia para imponer la ley británica, a menos que se utilizara ampliamente una represión violenta, con el riesgo que esta reacción quitara a los británicos todo crédito ante los indios, incluidas las élites. Cediendo a las peticiones de Gandhi, el virrey libera a todos los prisioneros y presionado por las circunstancias reconoce a los indios el derecho a recolectar ellos mismos la sal. Situado por aquel entonces en la oposición parlamentaria, el político británico Winston Churchill rechaza frontalmente toda propuesta de independizar la India y al saber de este evento, Churchill ironiza sobre Gandhi llamándolo el fakir sedicioso que sube medio desnudo las escaleras del palacio del virrey. El Mahatma es recibido triunfalmente en Londres por los liberales británicos que aceptan una próxima independencia de la India, aunque los políticos británicos carecen de planes efectivos en el corto plazo, y dudan entre una plena independencia o la autonomía dentro de la Commonwealth de modo análogo a Canadá o Australia. La discusión sobre la independencia india será aplazada por la Segunda Guerra Mundial y las disensiones entre hindúes y musulmanes.

La estancia de Gandhi en Sudáfrica durante 15 años lo había convertido en un carismático líder para su pueblo, defendiendo los derechos de la población hindú en el país del Apartheid


El 15 de agosto de 1947, el Imperio de las Indias se convertirá por fin en independiente pero al precio de una salvaje guerra religiosa y de la separación de India y Pakistán. En el contexto de este conflicto, Gandhi perderá la vida el 30 de enero de 1948, víctima de un fanático derechista hindú. La Marcha de la sal supuso para los indios el equivalente al motín del té en Boston que condujo a los Estados Unidos a la independencia. Aun cuando no significó que Gran Bretaña aceptase una mayor autonomía política para la India, sí dejó claramente expuesto que el gobierno colonial británico dependía del consentimiento de la opinión pública de la India, lo que fuerza a los británicos a evitar una confrontación violenta contra Gandhi y sus seguidores. A lo largo de la marcha, Gandhi y sus seguidores entonan a modo de himno el mantra Raghupati[1]






                                                                               






La Factoria Historica
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[1] La negativa al uso de la violencia no implica necesariamente más consecuencias en la ideología política de quienes la propongan. De hecho, muchas personas no practican personalmente la violencia, pero apoyan opciones políticas o morales que la propugnan o no la excluyen; se da el caso de una gran genocida como Pol Pot, quien afirmó ante un periodista no ser un hombre violento. En este sentido podría decirse que una persona es o no violenta en mayor o menor grado, pero no sólo atendiendo a sus propios actos: habría que valorar también de qué forma presta su apoyo a la violencia en el continuo que va del apoyo expreso e incluso material, pasando por las muchas variantes del consentimiento (necesario, redundante, tácito…) hasta llegar a la negativa expresa e incluso material para así poder hacer la paz. SS Precisamente del análisis de estas limitaciones de la no violencia personal surgió la moderna noviolencia, escrita así, como una sola palabra, precisamente porque no es solo la renuncia al uso personal de la violencia, sino una ideología que representa toda una propuesta en positivo para entender los conflictos como momento de la transformación social. Desde una perspectiva noviolenta, los avances históricos de la Humanidad vendrían de su capacidad de evolucionar cooperativamente, dejando la violencia y la exclusión de percibirse como “intrínsecos al ser humano”, sino como tendencias promovidas por actores históricos con intereses determinados que ayudan a crear superestructuras como el complejo militar-industrial, que en un círculo vicioso empujarán la misma violencia de la que se alimentan. En este sentido, el quid de la cuestión de la noviolencia es la negativa a la organización para la violencia: contra la creencia convencional, no se pone el acento en la condena a la reacción personal violenta, sino en la preparación para la violencia. El problema de la violencia política sería la organización para la violencia: la creación de ejércitos u organizaciones armadas que absorben tiempo y recursos humanos, cognitivos, reflexivos, políticos, científicos, materiales (que bastarían sobradamente para resolver todas las carencias cuya disputa originó el recurso a la violencia) con consecuencias catastróficas. La noviolencia también tiene relación con la apariencia, se opone a imponer este, proponiendo en su lugar ganárselo. Muchos movimientos llevan consigo el actuar con violencia, mientras que otros lo rechazan.
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Fuente:
La Factoría Histórica
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